Los orígenes del Bordado De Madeira se remontan a los inicios de la colonización del Archipiélago de Madeira, y se cree que comenzaron a elaborarlos las hidalgas, como necesidad de decoración de artículos del hogar y también del vestuario, y por influencia de los trabajos de los conventos.
Sin embargo, fue solamente en la segunda mitad del siglo XIX que este producto ha sido reconocido no sólo a escala regional y nacional, sino también a escala internacional, ya que algunos comerciantes ingleses establecidos en Funchal exportaban bordados a Inglaterra.
Con la nueva dinámica que el negocio adquirió, aparecieron las casas de bordado y un interés cada vez mayor por parte de extranjeros, en especial los ingleses, alemanes y norteamericanos, hecho que contribuyó a cambiar radicalmente el sector productivo, en su evolución del proceso artesanal al industrial.
Los exportadores especializados en su comercio, distribuyen a las bordadoras el tejido ya estampado, un trabajo realizado por los diseñadores que después de ser trabajado por las hábiles manos de las bordadoras, vuelve a la fábrica donde se verifica, se recorta, se lava y se engoma, en una sucesión de verificaciones que finalizan con la colocación del sello por el IVBAM (Instituto del Vino, del Bordado y de la Artesanía de Madeira) que garantiza su calidad y autenticidad.
Los tejidos utilizados en la industria del bordado de Madeira son: el lino, la seda natural, el organdí y el algodón.
Frente a las muchas influencias de las modas de Inglaterra, Milán y Brujas, se cree que las mismas hayan servido de inspiración a los diversos puntos aplicados en la ejecución del Bordado de Madeira, expresamente el richelieu, el calado, el arrendado, el punto de cuerda, el francés, el garanito, etc.
El Bordado de Madeira ofrece una variada gama de piezas, que incluye ropa de mesa, cama, baño, ropa de niños entre otro tipo de piezas.
Con cerca de 150 años de historia, el proceso de producción del Bordado de Madeira continúa con la misma autenticidad que tenía ya en su inicio y se calcula que actualmente existen en la región cerca de 30 empresas productoras de bordados y cerca de 3.000 bordadoras que se dedican diariamente al arte de bordar.